NORCOREA TIENE UNA LEGION DE 50.MIL ESCLAVOS TRABAJANDO EN OTROS PAISES
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- Oct 29, 2015
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Según denuncia en un informe el investigador especial de la ONU sobre derechos humanos en Corea del Norte, Marzuki Darusman, estos emigrantes se ven obligados a trabajar hasta 20 horas al día, con poca comida y solo uno o dos días de descanso al mes, por entre 120 y 150 dólares (entre 110 y 140 euros). Bastante menos de lo que sus empleadores le pagan al régimen de Pyongyang por contratarlos como mano de obra. “Las compañías que usan sus servicios se convierten en cómplices de un inaceptable sistema de trabajos forzados”, critica Darusman, quien asegura que tales emigrantes se han convertido en una nueva fuente de ingresos para las autoridades de Corea del Norte, uno de los países más pobres y herméticos del mundo.

De esta manera, el régimen de Kim Jong-un podría percibir entre 1.200 y 2.300 millones de dólares (entre 1.100 y 2.100 millones de euros), estimaba en 2012 la Red Internacional para los Derechos Humanos de los Trabajadores de Corea del Norte en el Extranjero. Explotados en la construcción, fábricas de ropa, minas y serrerías, la mayoría de estos trabajadores se concentran en China y Rusia, pero también han sido localizados en una larga lista de países de todo el mundo: Argelia, Angola, Camboya, Guinea Ecuatorial, Etiopía, Kuwait, Libia, Malasia, Mongolia, Myanmar (Birmania), Nigeria, Omán, Polonia, Qatar y Emiratos Árabes Unidos.
ESCLAVISMO
Aunque la mayoría de las empresas miran para otro lado y se aprovechan de esta mano de obra barata, próxima al esclavismo, una constructora de Qatar despidió en mayo a 90 trabajadores norcoreanos por no cumplir las normas laborales vigentes en dicho país. Por estos motivos, el investigador especial de la ONU acusa al régimen norcoreano de violar el Convenio Internacional de Derechos Civiles y Políticos, que prohíbe los trabajos forzados y ha sido firmado por Pyongyang.
Sin duda, no es el único incumplimiento del que se culpa al régimen de Kim Jong-un, sometido a sanciones internacionales por sus ensayos nucleares y pruebas de misiles. Además, los emigrantes son vigilados constantemente por los “comisarios políticos” del régimen, que se aseguran así de que cumplen con su cometido sin rechistar. De todas maneras, y por muy malos que sean estos abusos, los trabajadores norcoreanos que tienen la posibilidad de salir al extranjero son unos privilegiados en comparación con los que se quedan dentro del país, donde se repite este mismo sistema de explotación en las empresas estatales y subsisten a base de cartillas de racionamiento bajo un ambiente alienante de represión y propaganda.
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